Han pasado ya dos años. O un año y medio. O siete meses. Quién sabe.
Mucho tiempo, y muchas cosas. Se vuelve a nacer, o se sigue viviendo desde una nueva perspectiva. Época de cambios. Ahora es la época del color verde..
Verde bosque, verde prado. Verde lana de color verde. Verde guisante, brócoli o judía verde. Verde Yoshi. Verde agua. Verde gañafote. Verde Mike Wazowski y verde marcianito de Pizza Planet. Verde moco.
Verde Pistacho.
Verde Esperanza.
(....)
Me encanta el olor a chimenea de los chalets de la calle por la que camino hacia el cole dos, que es el primero. Huele a invierno. A futuro, a avance. A cariño y honestidad. Y a frío, sobre todo a hermoso frío.
[Retomando.]
La vida me ha enseñado demasiadas cosas con ochenta y siete guantazos en toda mi cara, y algún que otro puñetazo en la tripa. Y otras cosas más dolorosas. Sin ni siquiera preguntarme si quería aprenderlas. Y no quería. Pero he crecido, a lo largo y ancho (de mi ego también).
Nunca dejaré de llorar. Ni reír (algo que aprendí).
Mucho dejo atrás, con un cariño enorme que me impulsa a avanzar en mi vida. Porque no queda otra., y no tengo otra vida ni otra forma de emplear mi vida que dedicarme a hacer lo que más necesito.
Una ventana, con un árbol. Y el verde. Y mi vida. Y una pequeña manera más de crecer. Es el adiós definitivo, el hasta siempre con más cariño del mundo.
Es una pared nueva donde colgar nuevos dibujos y pegar recuerdos nuevos. Una ventana por la que respirar. Una excusa nueva para pedir un nuevo y ansiado abrazo. Ya se sabe.
Me adelanto al año. ¿Y por qué no? También lo aprendí.
No es el final, es la continuidad.
:)
He muerto y he resucitado.
Con mis cenizas un árbol he plantado,
su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado.
Habrá que inventarse una salida,
ya no hay timón en la deriva.