Quizá sea causa de esta hipersensibilidad que me aterra y me llena de miserable tristeza por momentos ante cualquier.. tontería fea, o situaciones en las que me resulto realmente imbécil. Pero nunca me había obligado de esta manera a salir a respirar cuando lo único que me apetece es meterme bajo el edredón, disimulando que no quiero llorar, pensando en las cosas que me entristecen, y a la misma vez en cosas que no tengan nada que ver, o en cosas bonitas, para distraer esos pensamientos feos.
- ¿Te apetece que bajemos a tomar un algo? (Siento que si me quedo un sólo minuto más encerrada, me pudriré de la humedad de mis lágrimas ficticias bajo la hibernación de mi edredón. Ni siquiera me apetece que hablemos.. no sé por qué -bueno, quizás sí- he antepuesto un enorme muro como.. bueno, como aquel muro, entre vosotras y yo, que por mucho abrazo y diálogo, no creo que pueda ser derrumbado -¿por qué habré elegido la metáfora del muro?-. Pero en definitiva, siento que debo dejarme ver, pues las malas caras y el odio por vuestra parte no es lo que quiero sacar en conclusión de estas relaciones. Y además, aún pienso que debo respirar y no ahogarme -y lavar ese edredón-, y un rato de distracción social no vendría mal para mi hipotético mundo real que quizás tenga vida, más allá de la hipersensibilidad. Es tarea difícil, pero provócame una sonrisa; o bueno, ni siquiera eso.. háblame, dialoga conmigo.. tal como lo hacen las personas sociales. Déjame parecer un poco social, y créete que yo también lo soy. Pero no preguntes.)
- Sí, me ducho y bajamos!