Ya no sé si es pereza, o miedo. Ni si quiera he abierto las maletas, pero la fecha no deja de parpadear en mi cabeza, cada vez con un tamaño mayor. Sin embargo, parece que ese día nunca va a llegar.
No quise decir adiós a esto. Este año. Pero sin darme cuenta creo que ya lo hice, o perdí la oportunidad de hacerlo, pues ya todo se ha acabado. Solo me quedo aquí a escarbar los últimos restos de esta vida, de este Madrid.
No echaré de menos esta ventana. Ni el (mi) sofá. Ni la silla ni el armario. Ni tan siquiera estas cuatro paredes ni la cama. Solo echaré de menos los ratos vividos en ellos.
Nuestra quedada, aunque faltaste, el comienzo de las Spice. La agencia busca novias. "Bueno, prepárame un té, ¿no?". Los momentos vecinitas. La casa El chalet de Eliot. Los agobios, los trabajos, los exámenes, las exposiciones, los llantos, las noches sin dormir, los enfados, las frustraciones, las ganas de matar. Las tazas que bailaban y las latas vacías de Cocacola. Los baños con música. Las noches acompañada, y los despertares a tu lado. El deseo y el placer, y la esencia de tu piel, guardados bajo las sábanas.
El rincón, cada vez mayor, buscará una nueva pared donde cobrar vida, y hacer de esa pared MI pared, mi rincón.
Hay que volver a huir. Hay que volver, volver de nuevo, pronto. Dentro de mucho.