Abstraída por la gente, el ruido y la rutina de pronto vi mi reflejo en el cristal.
Me vi.
Podía intuir incluso las primeras arrugas junto a los ojos y las comisuras y esa mirada agradecida de que fueran marcas de reír(me), pese a todo.
Vi a un ser lindo. Vi a una mujer, una gran mujer. Me vi a mí.
Me vi grande, con ciertas experiencias a la espalda que me hacen más grande aún.
LLena de vida, renaciente.
Guapa por fuera con mis ropajes y mi mirada. Y guapa por dentro con mi lencería y mi sensibilidad.
Fuerte ante un mundo que antes se me aparecía difícil.
Y libre, por fin, de todas las cadenas que me ataban.
Quizá sea el corte de pelo, o los desamores, o los retos conseguidos. Pero empiezo a saberme inquieta, salada, libre y bella. Y es una sensación maravillosa.
(A la próxima se viene, ¡ya verás! 😸)
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