Duele.
Duele tanto esta herida que juegas a escocerla escupiendo dentro tras ponerle la sal de mis lágrimas.
¿Por qué? :(
Estuve a punto de jugar al futuro tirando el dado, pero no quise que mis emociones dependieran del azar. Preferí dejarlo en tus manos, y te quedaste durmiendo (o ignorando) para ser una excusa.
Los elefantes, al final era eso.
Pero ya no importa. Yo te regalé mi caja con la sonrisa más cálida y entrañable que tenía, mientras tú sonriente la abrías y tirabas todo al suelo sin ni siquiera mirarlo, pero sin parar de sonreír.
Odio los juegos en los que no me divierto. Y no me estoy divirtiendo. No me divierto nada. Solo lloro y pataleo con tu mierda de juego.
Tú no tienes ni idea de nada. Y yo menos, porque todo es un puto misterio, (¿qué mierda me vienes a contar que no sepa? Todo, por favor. Bueno, a estas alturas nada más bien).
Es triste.
Jamás oí un maullido, mientras yo no hacía otra cosa que maullar en la oscuridad nocturna desde mi ventana.
Finol.
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