Me desperté. No me levanté. Quizás hubo alguna lágrima. Miraba mi pared.. lo que había en ella. Sonreí levemente, no sé si por la poca alegría que había, o para tener un poco de fuerzas y levantarme. Pero me levanté.
Me lavé la cara, limpiando así mis ojos llorosos y borrando lágrimas del fin de semana. Bebí agua, para tragarme aquellas palabras que aún no (me) había dicho, ya que las que dije ya las vomité. Y me miré. Me sentí rara.. y pensé en todas aquellas señales. Me dije que tendrían razón, y que no sería un buen día.. que mejor sería volver a donde estaba hace unos minutos y cerrar los ojos. Pero una vez más burlé al destino pensando que yo sería más fuerte, y fui a vestirme.
"Señales de mierda" pensé, "ahora tengo que buscar ropa bonita". Saqué mis vaqueros rotos, y busqué mi chaleco celeste. No estaba limpio, "mierda, más señales ><". Me coloqué el chaleco rojo y negro de rayas y mis zapatos, me eché el pelo para un lado mientras me detuve a observar mi mirada en aquel espejo. Busqué mi bolso, comprobé si estaban todas mis chapas. Sí, estaban.
Esa también.
Salí. Una mañana aparentemente normal. No quería mirar lo que mis ojos veían, señales y más señales. Quería ver un camino hacia la universidad, una clase llena de gente, un par de profesores soltando un rollazo mientras mi amiga y yo conversábamos acerca del tiempo en un papel. Y volver a casa.. para volver a salir luego.
"No estás comiendo mucho hoy, ¿no tienes hambre?" Eso decían. A mí. Yo lo escuché de lejos y contesté, con una leve sonrisa y la mirada perdida, que no mucha, pero que estaba comiendo, y estaba rico.
Al terminar, miré la hora. Hay tiempo.
A los pocos minutos volví a mirar la hora. Se hacía tarde.
Busqué mi bolso. Comprobé si seguían todas mis chapas. Sí, ahí seguían, todas.
Incluso esa.
Mientras bajaba las escaleras, pensé en volver a subir, llamar y decir que era mejor no ir. No porque las señales así lo decían, sino porque no quería.
Pero seguía haciendo lo que no quise, salí y cerré la puerta tras de mí. Creo que mi interior lloró. O quizás sonrió.
Caminé, un camino tan corto que aquel día se me hizo eterno. Y me monté en aquel autobús.
"Llegaré un poco más tarde, ha habido un accidente en el cruce". Era la última señal.
Decidí que quería bajarme de allí, y aunque fuera andando, volver a mi casa. Y no ir a donde aquel autobús me llevaba, que era más que el pueblo de al lado. No quise. Quería huir, bajarme de allí, no ir.
Demasiado tarde.
Bajé al llegar, y caminé, despacio, como si no quisiera llegar. Pero ella venía de camino y nos encontramos. Estaba guapa. Nunca la había visto de esa manera. Con aquellos ojos, me refiero, aquella mirada que solamente quería verla a ella. No quería ver gente, señales, amor, nada. Solo a ella.
Ella estaba muy fría. Me acerqué y le toqué la mano. (Ella miró a su alrededor.) Helaba, (y) la solté. "Vamos". Yo me repetí lo mismo a mí misma, en silencio. Intenté sonreír y poner la cabeza alta.
"Aquí todo es muy aburrido". Yo me respondí a mí misma que en pocos minutos nada sería aburrido. Quise decirle que, ya que pensaba que todo era aburrido, que me llevara a casa. Pero esa misma mañana me tragué todas las palabras.
De pronto paró el coche. Justo frente a la que iba a ser mi tienda. Ella no lo recordaba. No me importaba, como el resto de cosas. Pero como siempre, me daba igual.
"Llegó el momento", me lo dije en silencio gritando.
Y allí estábamos, en un coche parado. Apagó la música y me tomó la mano. Creo. Quizás no. Yo no miraba a ningún sitio, y menos a ella. Sentí odio. La primera vez en mi vida que tenía ese sentimiento.
Tras un largo rato, pensé que sería mejor acabar con ésto cuanto antes. Y decidí mirarla. Mientras giraba la cara me arrepentí. También era la primera vez que me arrepentía de algo en mi vida.
Mi mirada le preguntó "¿Qué pasa?". Y sin entender cómo, era la primera vez que ella entendió mi mirada.
Y me contestó.
Pensé en todas las palabras que me había tragado por la mañana. No me quedaba ninguna. La miraba, a ver si entendía mi mirada. No lo hizo. Nunca más volvió a hacerlo.
Pasé unas horas intentando respirar. Al menos hasta conseguir llegar a casa.
"Es tarde, mañana tienes clases, te llevaré a casa". Y al llegar, se despidió de mí. Me besó. Sentí demasiadas cosas como para querer escribirlas, o recordarlas.
Bajé del coche, y delante de mi puerta busqué en el bolso mis llaves. Pero.. oh no. ¡Mi chapa! ¡¿Dónde estaba mi chapa?! ¡¡He perdido mi chapa!! Lloré por mi chapita. Me gustaba mucho.
Abrí, y me sequé las lágrimas. Olía a una cena, quizás rica. Entré en el comedor y allí estaban todos.
- Hola.
- Hola. Siéntate y cena..
- No tengo hambre.
- ¿Qué te pasa?
- He perdido mi chapa.
*********
Hoy me desperté. No me levanté. Hubo alguna sonrisa, y miré al lado. Sonreí pensando que queda muy poco. Me levanté y le dejé un besín tierno y una sonrisa.
Me lavé la cara y miré mi sonrisa. Estaba limpia y brillante.
Tras vestirme y saber que me esperaban, busqué mi bolso. Comprobé si estaban todas las chapas que aún había hasta el día anterior y que no se perdieron en fiestas erasmus. Y sonreí, por mi tan linda chapa.
=)!
Me lavé la cara, limpiando así mis ojos llorosos y borrando lágrimas del fin de semana. Bebí agua, para tragarme aquellas palabras que aún no (me) había dicho, ya que las que dije ya las vomité. Y me miré. Me sentí rara.. y pensé en todas aquellas señales. Me dije que tendrían razón, y que no sería un buen día.. que mejor sería volver a donde estaba hace unos minutos y cerrar los ojos. Pero una vez más burlé al destino pensando que yo sería más fuerte, y fui a vestirme.
"Señales de mierda" pensé, "ahora tengo que buscar ropa bonita". Saqué mis vaqueros rotos, y busqué mi chaleco celeste. No estaba limpio, "mierda, más señales ><". Me coloqué el chaleco rojo y negro de rayas y mis zapatos, me eché el pelo para un lado mientras me detuve a observar mi mirada en aquel espejo. Busqué mi bolso, comprobé si estaban todas mis chapas. Sí, estaban.
Esa también.
Salí. Una mañana aparentemente normal. No quería mirar lo que mis ojos veían, señales y más señales. Quería ver un camino hacia la universidad, una clase llena de gente, un par de profesores soltando un rollazo mientras mi amiga y yo conversábamos acerca del tiempo en un papel. Y volver a casa.. para volver a salir luego.
"No estás comiendo mucho hoy, ¿no tienes hambre?" Eso decían. A mí. Yo lo escuché de lejos y contesté, con una leve sonrisa y la mirada perdida, que no mucha, pero que estaba comiendo, y estaba rico.
Al terminar, miré la hora. Hay tiempo.
A los pocos minutos volví a mirar la hora. Se hacía tarde.
Busqué mi bolso. Comprobé si seguían todas mis chapas. Sí, ahí seguían, todas.
Incluso esa.
Mientras bajaba las escaleras, pensé en volver a subir, llamar y decir que era mejor no ir. No porque las señales así lo decían, sino porque no quería.
Pero seguía haciendo lo que no quise, salí y cerré la puerta tras de mí. Creo que mi interior lloró. O quizás sonrió.
Caminé, un camino tan corto que aquel día se me hizo eterno. Y me monté en aquel autobús.
"Llegaré un poco más tarde, ha habido un accidente en el cruce". Era la última señal.
Decidí que quería bajarme de allí, y aunque fuera andando, volver a mi casa. Y no ir a donde aquel autobús me llevaba, que era más que el pueblo de al lado. No quise. Quería huir, bajarme de allí, no ir.
Demasiado tarde.
Bajé al llegar, y caminé, despacio, como si no quisiera llegar. Pero ella venía de camino y nos encontramos. Estaba guapa. Nunca la había visto de esa manera. Con aquellos ojos, me refiero, aquella mirada que solamente quería verla a ella. No quería ver gente, señales, amor, nada. Solo a ella.
Ella estaba muy fría. Me acerqué y le toqué la mano. (Ella miró a su alrededor.) Helaba, (y) la solté. "Vamos". Yo me repetí lo mismo a mí misma, en silencio. Intenté sonreír y poner la cabeza alta.
"Aquí todo es muy aburrido". Yo me respondí a mí misma que en pocos minutos nada sería aburrido. Quise decirle que, ya que pensaba que todo era aburrido, que me llevara a casa. Pero esa misma mañana me tragué todas las palabras.
De pronto paró el coche. Justo frente a la que iba a ser mi tienda. Ella no lo recordaba. No me importaba, como el resto de cosas. Pero como siempre, me daba igual.
"Llegó el momento", me lo dije en silencio gritando.
Y allí estábamos, en un coche parado. Apagó la música y me tomó la mano. Creo. Quizás no. Yo no miraba a ningún sitio, y menos a ella. Sentí odio. La primera vez en mi vida que tenía ese sentimiento.
Tras un largo rato, pensé que sería mejor acabar con ésto cuanto antes. Y decidí mirarla. Mientras giraba la cara me arrepentí. También era la primera vez que me arrepentía de algo en mi vida.
Mi mirada le preguntó "¿Qué pasa?". Y sin entender cómo, era la primera vez que ella entendió mi mirada.
Y me contestó.
Pensé en todas las palabras que me había tragado por la mañana. No me quedaba ninguna. La miraba, a ver si entendía mi mirada. No lo hizo. Nunca más volvió a hacerlo.
Pasé unas horas intentando respirar. Al menos hasta conseguir llegar a casa.
"Es tarde, mañana tienes clases, te llevaré a casa". Y al llegar, se despidió de mí. Me besó. Sentí demasiadas cosas como para querer escribirlas, o recordarlas.
Bajé del coche, y delante de mi puerta busqué en el bolso mis llaves. Pero.. oh no. ¡Mi chapa! ¡¿Dónde estaba mi chapa?! ¡¡He perdido mi chapa!! Lloré por mi chapita. Me gustaba mucho.
Abrí, y me sequé las lágrimas. Olía a una cena, quizás rica. Entré en el comedor y allí estaban todos.
- Hola.
- Hola. Siéntate y cena..
- No tengo hambre.
- ¿Qué te pasa?
- He perdido mi chapa.
*********
Hoy me desperté. No me levanté. Hubo alguna sonrisa, y miré al lado. Sonreí pensando que queda muy poco. Me levanté y le dejé un besín tierno y una sonrisa.
Me lavé la cara y miré mi sonrisa. Estaba limpia y brillante.
Tras vestirme y saber que me esperaban, busqué mi bolso. Comprobé si estaban todas las chapas que aún había hasta el día anterior y que no se perdieron en fiestas erasmus. Y sonreí, por mi tan linda chapa.
=)!
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