Arantxa

Tiraste el dado y salió mi ombligo. Lo tiré yo, y los números bailaron felices.

Mi estrella es preciosa cuando tú estás sobre ella, pero no lo sabes.

Miro tus lunares como si fueran perseidas cayendo sobre mí. Y con cada una podría pedir un deseo, pero siempre sería el mismo.

Declaro tu ombligo el puto centro del universo.

Tienes una sonrisa mágica cuando me besas. Y esa manera tan erótica de separarme las piernas que me olvido de mí.

Me enredas el pelo con la misma intensidad que deshaces la cama.

Me enredaría en tu pelo para comerte los hombros, y mis manos tienen ansia de tu espalda.

Me pierdo en tu mirada infinita, intensa, incendiada. Yo ardo lentamente sobre ti y del fuego salen estrellas con tu voz en modo gemido.

Todos los vinos me saben a ti. Y tienes un sabor tan exquisito que te desayunaría en el patio y te volvería a derramar en el sofá, llorando.

Desnudarte es un poemario.

Te abracé con intensidad para contarte todo esto. Pero me entretuve con el tacto de tu piel, y volví a estar saladamente perdida.

Si no me entiendes, te lo vuelvo a explicar con mis manos:

"Me parece un plan perfecto."