Y la vida sigue dando vueltas. Tantas, que ni las sentimos. Solo sentimos el aquí, el ahora, y lo que pasó. No sabemos lo que vendrá, pero muchas cosas las damos ya por hecho. Y sabemos que sucederán así. ¿Para qué continuar esa batalla inútil, si sé de sobra que siempre voy a perder contra mí, contra ti?
Pero el mundo seguirá. Cogerá su noche bajo el brazo, dará una voltereta, y será día de nuevo. Hasta que se queme las manos del fuego, y suelte el sol para apearse en la calma de la oscura noche. Y siempre es así. Como tú y yo.
LLevo días queriendo escribir sobre aquel maravilloso momento. Incluso otro día sobre no sé qué otra cosa. Sin embargo, aquí me encuentro, dejándolo todo atrás. Describiendo un sentimiento del que ya me siento tan cansada, destruída, absurda, sin sentido.
Todo es simple. Lo quiero simplificar, eso voy a hacer. Lo decidí. Ya no más líos ni desesperanzas. Ni esperanzas. Ya no más pensamientos buenos ni malos, simplemente ya no más pensamientos. Lo que tenga que ser, será, y así será. Y quiero olvidar lo que nunca olvido.
No hay un tú y yo. Hay un tú, y hay un yo. Y hay un mundo por recorrer y sentir.
Quizá hay cosas que nunca dije, como la vulnerabilidad e inseguridad. Pero nunca ha tenido sentido, o quizá sí. Pero, ¿a los ojos de quién? Sin embargo, nunca había escrito de una manera tan firme, tan segura, tan poco dolida. Tan desgastada.
Pero no me siento mal. Esto ya no me produce tristeza. Supongo que la maduración llega a estos ámbitos.
Aún así, tengo un dinosaurio comiendo quesitos, está esperándome desde hace un ratito. (La rima fue a propósito :) ).
¡Buenas noches, señor mundo!
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