LLegó. Y me llamó. Hay una estrella en la puerta, es aquí, ¿no?
Todos me saludan al llegar, pero nunca los dos besos que todos me dan se parecerán a los dos suyos.
Me dediqué a mis tareas y charlamos. Charlamos; ya casi había olvidado qué era eso.
Mis manos estaban resentidas y doloridas, pero mi corazón, por algún instante, se sintió acompañado. Hubiera deseado gritarle que no se fuera; en tantos y tantos meses.. era la segunda vez que tenía ese sentimiento que tiene una persona normal cuando.. está tan agusto con la compañía que no le importa el resto de circunstancias a las que el exterior está sometido.
Pero tenía que irse. "Tenía", supongo.. Me gusta pensar que no es "quería"; joder, ya que estaba disfrutando del rato, por una vez en mi vida no podría emplear mi pesimismo autodestructivo.
....
A los pocos días volvió. Sabía que no iba a ser como la otra vez; entre otras cosas.. por las prisas, y las horas.
Me saludó al entrar, como siempre. Vi la estrella con el círculo y lo recordé.
Tras explicarle cómo acabaron en la anterior sesión mientras me miraba a los ojos con empatía y con un rostro que expresaba culpabilidad y disculpas; tomó mis dos manos en las suyas, y las besó, con cariño, con disculpa, con paz.. mientras me pedía perdón.
Quise detener ese instante; de hecho, creo que lo hice.
Me quedé ahí de pie, frente a él. Mientras él sostenía y besaba mis manos sobre las suyas, yo le miraba atónita, sorprendida de mí, sorprendida por.. haberle querido tanto tanto en ese instante tan eterno, y sorprendida por lo acompañada que me estaba sintiendo.
Fue algo tan irreal, tan efímero y fugaz.. inapreciable para cualquier ser que no sea yo.
Ains, ¿pero sabes qué?
....
Eres tonto.