Sentí una sensación muy extraña dentro de mí. Y eso que no había sido la primera vez que lloraba. Ni siquiera era la primera vez que lloraba por esa razón.
Lo peor no es la tristeza que sentí. Y puede que tampoco lo sea que te lloré mientras me abrazabas, fuerte, intentando transmitirte lo que sentía.
Quizás, lo que más duela de todo, es que no fuiste consciente de ello.
Y ese, amiga.. ese fue nuestro Adiós.
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