Los días van pasando. Y sin razón aparente, todo pasa. Hoy sábado no es lo que fue el lunes, ni el martes, ni el miércoles. Pero sigo teniendo el mismo trabajo por hacer.
Extraño, sin motivo para serlo. Y sin nada que decir. Sólo es que me apetece salir a tomar un café, con alguien como tú, o como tú, y quizás como tú. No sé si alguna vez lo hicimos, pero sería muy agradable.
Hace frío fuera y dentro: hay la misma temperatura.
Hoy preparé una comida que me recordó mis días en Slovenija, comiendo en el Bachus (por el tipo de comida, no porque fuera mi sitio favorito).
Extraño el Roxly y su vista al castillo. Y el restaurante del piano y su sopa de cocodrilo. Y la nieve sobre uno de los puentes de los tres puentes. Extraño pasear por la calle, envuelta en mi abrigo polar, oyendo la música de la gente paseando, teniendo la sensación de que voy caminando por un país extranjero donde nadie habla mi idioma. La vida que había tras mi ventana. Las montañas que rodeaban la ciudad, cuyos picos estaban escondidos entre las nubes. El saber que siempre había alguien en la 711, en momentos como éste.
Ya no hay nada de eso.. Abrir los ojos tarde, con el sol reflejado en los pisos de enfrente. Sóla en casa, en la habitación. Despertarme sintiendo frío, y quedarme despierta un buen rato en la cama mirando las fotos, y haciendo sonar el móvil de estrella y círculo. Mirar la hora y pensar que lo único que tenía que hacer en todo el día era hablar con ella. Sentir la libertad en su estado más puro..
Pero el recuerdo de haber sentido todo eso.. y sentirme bien porque he sido una de las pocas afortunadas que pueden llegar a sentirlo.. es algo que nadie me arrebatará, jamás.
Jamás.
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