Despiertas una mañana y te das cuenta de que tu vida es una mierda porque te sientes como si te hubiera arrancado los ojos, las manos, la boca, la nariz, las orejas, y el mismísimo corazón.
Ahora ya nada tiene sentido porque nada de lo que hay alrededor puedo verlo, sentirlo, saborearlo, olerlo, y oírlo. Ni tan siquiera amarlo, porque mi corazón está en su pecho, a cienes de kilómetros de este pobre, triste y penoso mundo miserable.
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