Ya me miró a lo lejos, acercándose. Quería sonreírme, pero estaba demasiado insegura acerca de mi persona como para atreverse a hacerlo. Así que le sonreí yo, y en su rostro asomó una sonrisa bonita, cómplice, amiga.
Ya allí, se acercó a mí y me saludó diciendo "Hola" aún sonriendo. "¡Qué linda..! Aún se acuerda de mí.. ¿La tendrá aún guardada?", pensaba yo.
Su mamá, ignorante y ajena a nuestro cómplice saludo, me miraba de reojo. Supuse que el color negro, el semi-morado, y lo naranja, le hacían temer por la niña. ¡Qué imbecilidad! Pero no era momento, ni situación de comentar aquello, ni de hacerle sufrir a la mujer. Así que callé, les miraba cómplice, y les sonreía, sin que se dieran cuenta. Luego pensé que si yo fuera madre, también tendría miedo de que mis hijas se acercaran a alguien como yo, y fingí indiferencia, sólo un poco.
- ¡Un cocodrilo!
- ¡Quita! Es para un cuento del cole..
- ¡Pero el cocodrilo se está comiendo al sol!
- ¡Que no..! ¡Es que el cocodrilo quería ser una estrella! Y saltó muy fuerte para llegar al cielo, ¡y luego explotó..!
"Ais.. pobre cocodrilo", pensé..
No hay comentarios:
Publicar un comentario