"Vaya mierda", dijo justo antes del silencio que guardó mientras vació sobre la mesa todo lo que el cajón contenía.
Allí había de todo.. papeles importantes, folios naranjas, regalos aún por dar, pegatinas, algún pastelito, periódicos en algún idioma raro, facturas, postales, apuntes, rotuladores de colores, billetes de avión antiguos, alguna llave.. Todo de pronto estaba junto al pc, el vaso de agua, y ambos móviles.
Acercó la papelera, y colocó el cajón abierto, en su sitio. "Es hora de organizar esto..", pensó, con rostro pensativo.
Empezó a reorganizar todo, a tirar lo que no servía, a sonreír con algunas cosas que veía..
De pronto, vio bajo el montón de cosas, un par de papeles naranjas, con letras escritas a modo de carta, sin recordar bien qué era exactamente.
Las abrió, y, efectivamente, se trataba de dos cartas, escritas a la llegada en su nueva ciudad, a alguien que dejó atrás, a alguien que casi le costó recordar.
Lo que sí le costó recordar fue el por qué de aquellas escrituras. Le costó tanto, que aún sigue sin saberlo.
Se sorprendió de sí misma cuando no sintió ni el más mínimo interés por saber qué había dentro, qué palabras y pensamientos contenían aquellas cartas; ya que recordó que una vez, antaño, las escribió, y que nunca iban a ser leídas por nadie, ni siquiera por la persona destinataria. Así que decidió tirarlas, no eran más que palabras sin sentido escritas sobre un bonito papel.
Pero también recordó ese sentimiento que le suele remorder por dentro cuando se arrepiente de no haber hecho ciertas cosas, pequeñas, incluso minúsculas.
Pensó que también podría pasarle segundos (o quizás días) después de tirar aquellos papeles. Quizás pensaría "¿Que sentía? ¿Qué pensaba por aquellos entonces? ¿Cómo era yo? ¿....?".
Así que pensando en el bien de su paranoica mente, decidió comenzar a leerlas.
Bien sabía que le estaba intentando poner toda su atención a aquellas escrituras. Pero bien también sabía, después de intentar releer un par de veces las dos o tres líneas del primer párrafo, que no sabía qué ponía, porque su mente no estaba leyendo; no tenía ni idea de lo que esas palabras significaban. Y no porque estuvieran en otro idioma, sino porque su mente decidió que todo aquello escrito eran bobadas sin sentido, y le obligó a pensar en princesas y duendes mientras leía, sustituyendo así lo que la carta decía.
Así, pues, con una sonrisa en el rostro, tomó ambas cartas en sus manos, y con el mismo pensamiento anterior, las troceó, en trozos cada vez más pequeños y minúsculos, para que nadie jamás pudiera leer aquella pérdida de tiempo, aquellas palabras que no fueron más que estupideces que no merecían haber sido escritas, y puede que ni sentidas.
Y finalmente, tiró a la papelera la pequeña montaña de papel naranja troceado y palabras rotas, con un sentimiento de orgullo y felicidad que se hacía notar en su rostro.
Rostro de chica feliz..
Rostro de chica feliz..
1 comentario:
Elora, te dedico el título :P
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