la oruga.
Hay una oruga en mi cuerpo.
Nace en mis pies y se alimenta de mis pasos.
Convivo con ella y con sus ausencias. A veces se aloja en mi cabeza y fabrica mensajes que emito con mi propia boca de oruga.
El bicho es pequeño como una advertencia pintada a boli en una mano.
Pequeño como aprender a caminar de rodillas o a controlar la hemorragia.
El bicho es pequeño pero sabe más de mí que yo.
Cada mes me cuenta un secreto, como, por ejemplo, que nunca perderé el miedo al equilibrio. Que no volveré a reír mayúsculas o que el amor, para mí, es un ovillo de lana al lado de un gato muerto.
El bicho es pequeño como una niña. No se atreve a ser mujer y yo me dejo. Se alimenta de órganos internos y huesos. Cuando está llena, brota en cascadas por los ojos y me limpia.
Su forma de pedir perdón es que yo no se lo tenga que pedir a otros.
Hay una oruga en mi cuerpo.
La conocí vomitando amantes de la guerra. Saludó discreta entre mis manos y volvió a entrar por mi nariz.
El bicho es pequeño y tiene fecha de caducidad, pero sigue latiendo en mal estado.
Llevamos tanto tiempo juntas que ya no sabemos dormir; ella sin mis alaridos y yo sin el mordisco. Cuando tratan de descubrirla yo la escondo como a un comunista, porque nadie entendería que habrían de fusilarme con ella.
Mi oruga espera que me acerque a otra persona para cambiar de hábitat. Pero no quiero invitar a mis invitados a la lágrima. Así que espero a quedarme a solas con ella para decirle que nunca estaremos solas.
El bicho es pequeño y le oculto mi felicidad ante la idea de no crecer. Tengo miedo a que se enfade y me impida verte a ti. Y a ti. Y a ti.
Mi oruga odia a mis padres y a sus padres y a los padres de los padres de mis padres. Mi oruga odia que me toquen porque una sola caricia bastará para echarla y no admite piedras en su tejado.
Ella me barniza, me recubre de hielo. Yo tiendo a la tristeza y ella observa cómo me seco.
El bicho es pequeño
y yo también.
Jura no abandonarme si le cuento a alguien que existe.
El bicho es pequeño
y yo también.
Planea matarme antes del próximo cumpleaños de cualquiera.
El bicho es pequeño
y yo no existo.
IRENE X