..Y de pronto, abrazando su guitarra, en silencio, pensó si tenía algún sentido hacer sonar esas cuerdas.
Pensativa y silenciosa, y abrazando su máquina de ruidos, vio posada sobre ella un pelo de su gato.
Por un momento se sintió alegre, y casi se atrevió a sonreir, cuando pensó que ahí detrás estaría él, atento, escuchando cómo entonaba (o más bien desentonaba) aquellos ruidos.
Pero cuál fue su sorpresa cuando se giró y vio al animal acurrucado, y seguramente en su décimosexto sueño, ajeno a todo lo que acontecía a su alrededor.
La angustia y la soledad la cubrían de nuevo. Pero allí seguía, abrazando a su máquina de ruidos, sin verle sentido a aquello, ni a nada de lo que hacía.
Se sintió absurda teniéndola entre sus brazos. Y le dio un beso, intentando así darle algún sentido. Pero se sintió aún más absurda.
Así que se levantó, y la posó en el suelo y la mesa, y estando aún de pie, la miró durante varios segundos, como despidiéndose de ella, sin que nadie lo notara. Pero qué hipócrita, nadie la miraría.
Continuará.
O empezará, quién sabe.
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