No sé si con el paso del tiempo, o el cumplir años que me hace madurar, pero el tiempo en sí me va tranquilizando.
Empiezo a tomarme las cosas con cierta calma, y no alterarme demasiado. Las cosas a veces tan solo pasan, y hay que vivirlas. Aunque a veces sí suelo alterarme mucho, pero a los dos días siento que no merecía la pena. Que las cosas quizá no tengan tanta importancia como la que yo le doy.
He dejado de esperar. Esperar de todo. Esperar de tiempo, haciendo tiempo a que pase el tiempo para que algo suceda. A esperar que suceda algo que puede que sí o puede que no suceda. A esperar cosas de las personas. A esperar a personas.
Esperar es lo peor. No es lo mejor. Para nadie, y mucho menos para mí.
Así que he decidido dejar de esperar. Y vivir.
Quizá esto leído suena de manera equivocada a como lo escribo: borde. No lo es. Escribo con serenidad, no con rotundidad. Con calma, con sinceridad. Con cariño y dulzura (hacia mí).
Creo que ya está bien de hacerme daño. Que lo seguiré haciendo. Pero al menos no con esa intención.
La vida es una mierda. Pero gracias a eso podemos darnos cuenta de las cosas maravillosas que también tiene. Quizá pocas, pero tienen mucho sentido. No está mal disfrutarlas, quien pueda. Y quiera.
Hoy se lo dije a una mamá: "Cuando no se tiene nada, cualquier pequeña cosa buena es una gran alegría :)". Ella me ha sonreído y me ha asentido. Como si tuviera que convencerme a mí. Y creo que lo ha hecho.
Creo que está bien aceptar lo que cada unx pueda dar a los demás, sea lo que sea. Mucho, poco o nada. Pero te lo da, al fin y al cabo.
Hoy es mi día cariñoso no-rancio del mes. Y daría un abrazo a alguien. Quizá se lo dé luego :)