Existía un bosque perdido, en la Sierra de la Almijara junto al río, cerca del Pico Lopera, en Granada, donde unos pequeñines, especiales y colorines seres vivían a su antojo y ser. Eran los pequeñines duendecillos y duendecillas que, con sus ropajes llenos de divertidos colores, mostraban su alegría y felicidad, y su manera de vivir.
Al otro lado del río, sin embargo, vivía la Bruja del Negro y el Gris, los cuales como es de suponer, eran sus colores favoritos y, pues, los únicos que le gustaban. Esta señora Bruja, odiaba los colores, y la alegría y felicidad, y es por esa razón que no soportaba a sus pequeños y alegres seres vecinos.
Era conocida por todos la mala costumbre que tenía la Bruja del Negro y el Gris: cuando algún duende caía despistado en la casa-trampra de la Bruja, ¡ésta le convertía en árbol en un pequeño plis! Así que era temida por tooodos los duendecillos y duendecillas del bosque.
Nogal y Pino eran unos pequeñines duendecillos conocidos y queridos por todo el bosque. Eran hermanos, y se pasaban el día jugando y correteando de aquí para allá.
Pino era un duende muy responsable, siempre hacía caso a mamá y papá, y le asustaba el peligro. Nogal, sin embargo, era sabido por todos que era un pequeñín muy travieso y juguetón, y siempre estaba al límite, ignorando a veces la importancia de las palabras de su mamá y papá cuando le decían que no hiciera alguna cosa.
Un día cualquiera, Nogal y Pino se encontraban por el bosque, como siempre, jugando por entre los árboles. Subían, bajaban, correteaban sin parar, saltaban de árbol en árbol.. Y de pronto, Nogal tuvo una gran idea:
- ¡Vamos, Pino! ¡Crucemos el río, y veamos qué hay al otro lado!
- ¡No, Nogal! Mamá y papá no quieren que vayamos tan lejos. Además, ¡ya sabes quién vive ahí..! -dijo el pequeño Pino, mostrando un rostro de pánico-.
- No te preocupes, hermanito. Estás conmigo, ¡y yo te cuidaré! No te pasará nada, ¡ya verás!
Nogal trataba de convencer a su hermano, el cual estaba muy asustado, no sólo por la lejanía del lugar, sino por la Bruja del Negro y el Gris, que habitaba justo al otro lado del río. Pero el pequeño Pino confiaba demasiado en su hermano, y tras un nuevo intento de convencerle, éste se animó a cruzar el río junto a él.
Y así fue, Nogal y Pino, jugando y divirtiéndose, saltaron de un árbol a otro, pasando al otro lado del río. Se lo estaban pasando genial: se tiraban hojas, saltaban, investigaban..
Hasta que, en un momento, y con una suerte horrible, ¡el pequeño Nogal de pronto cayó! Pino fue corriendo a buscarle, pero no le veía. Gritaba su nombre "¡¡Nogaaal!! ¡¡Nogaaaaaal, hermaniiito!! ¡¡¡¡¡¡Nogaaal!!!!!!"
Y de pronto, oyó la voz de su hermano que provenía de un pequeño rinconcito debajo de él: "¡¡Pino!! ¡¡Estoy aquí!!"
Pino corrió para intentar salvarle, pero.. el pánico les recorrió sus pequeños cuerpecitos cuando se dieron cuenta de que.. ¡Oh no! ¡Habían caído en la casa-trampra de la Bruja del Negro y el Gris!
El pequeño Pino, que además del miedo que tenía, le aterraba pensar qué sucedería cuando le dijera a mamá y papá que su hermanito y él les habían desobedecido. Pero pensó que, a pesar de ello, mamá y papá siempre estarían dispuestos a ayudarles, y por eso debía ir en su búsqueda lo antes posible, ¡antes de que la malvada Bruja convirtiera a Nogal en árbol!
Y fue así que el pequeño duendecín fue corriendo a casa, a explicarle a mamá y papá, y a la abuela, todo lo que había sucedido. Estaban disgustados por no haberles hecho casito, pero no había tiempo para riñas, ¡Nogal les necesitaba!
La voz se corrió por todo el bosque, y todos los pequeños y compañeros duendes quisieron ir a ayudar a traer de vuelta al bosque al pequeño, revoltoso y valiente Nogal. Y todos fueron a la casa de la Bruja del Negro y el Gris, todos cargados con palos y pinchos, piedras, hoces,¡todo lo que tenían en sus casas! Incluso hubo quien llevó una caña de pescar.
Una vez allí, trataron de salvar al pequeño duende. "¡Nogal! ¡Venimos a salvarte!". Pero de pronto, se escucharon unos pasos que retumbaron por toda la Almijara, "bum.. bum.. bum.. bum..". ¡Y todos temblaron de miedo..!
- Jo, jo. ¡Pero qué es lo que estoy viendo aquí! -dijo la Bruja del Negro y el Gris cuando se encontró al pequeño Nogal en el patio de su casa, y todos sus vecinos duendes alrededor de ella para salvarle-. ¡Así que tengo un nuevo duende al que convertir en árbol!
Todo el duende-pueblo tembló, y en sus rostros era visible el terror que les inundaba. Y entonces el hermano de Nogal se envalentó, para asombro de todos, y dijo con valentía y seguridad:
- ¡Bruja malvada! ¡Queremos que nos devuelvas a mi hermano!
- ¡Pero qué dices! Ya sabéis lo que ocurre, si un duende cae en mi trampa, ¡le convierto en árbol!
Pero la abuela de Nogal no estaba dispuesta a permitir algo así, y con toda su furía, y cariño por su nieto, le exigió que por favor dejara libre al pequeño duende.
- ¡Vamos, Bruja del Negro y el Gris! Tenga usted piedad.. Nogal es sólo un pequeñín que estaba jugando y correteando. Hágalo por esta vez.. todo el pueblo hemos venido a buscarle, ¡no queremos que le pase nada!
La señora Bruja se agachó y observó al pequeño Nogal que era la primera vez que lloraba, pues él era muy valiente, y estaba totalmente aterrado. Y luego miró a toda su familia, y amigos y vecinos que habían venido en su búsqueda. Pensativa durante unos minutos, decidió que le daría una pequeña oportunidad al chiquitín Nogal, y dijo:
- Está bien, haremos una cosa -todos los duendes la miraban con espectación y esperanza-.
La bruja levantó sutilmente su falda, y de la media de rayas negras y grises de su pierna derecha, sacó una preciosa rosa, y mostrándosela a todos los duendes, comentó:
- Esto es lo que haréis si queréis salvar a vuestro Nogal. Esta rosa contiene un pétalo de cada color: naranja, verde, morado, azul, amarillo, blanco, rojo, marrón, y otro negro. Si queréis tener de vuelta a Nogal, tendréis que recuperar todos y cada uno de los pétalos de la rosa, y recomponerla en su forma original.
Y entonces, la Bruja del Negro y el Gris sopló con todas sus fuerzas y los pétalos de la rosa se esparcieron por todo el mundo entero.
Todos fueron en búsqueda de los pétalos. Encontraron el pétalo naranja en Ljubljana. Dieron con el pétalo verde por la zona cántabra de España. El pétalo morado apareció en Praga. El azul fue a caer por Paraguay. El amarillo lo encontraron en Polonia. El blanco dieron con él en Groenlandia. El rojo lo encontraron en Nepal. Y el marrón fue a parar a Islandia. Recorrieron el mundo en cuatro ocasiones, pero el pétalo negro no apareció por ningún lado..
Un duendecín muy pequeñín pensó que quizá la Bruja había hecho trampa y habría escondido el pétalo negro para que no pudieran encontrarlo. Pero a veces los mayores se olvidan de escuchar a los mas peques, y nadie le prestó atención. Y la sabia abuela tuvo la idea de volver de nuevo a la casa de la Bruja del Negro y el Gris, y quizá, con suerte, no se daría cuenta de que faltaba el pétalo negro.
Así que fueron, y una vez allí, la abuela alargó la mano dándole a la bruja la rosa con casi todos sus pétalos, y entonces, la Bruja refunfuñó:
- ¡¿Dónde está el pétalo negro?!
La abuela de Nogal le explicó que tras recorrer el mundo cuatro veces, habían encontrado todos los pétalos, excepto el negro. ¡Era imposible! Tendría que tenerlo ella.. no habría otra posibilidad.
- ¡¡¿Que no me habéis traído el pétalo negro?!! ¡¡¡¡Es mi color favorito!!!! ¡¡Cómo habéis podido!! ¡¡Voy a convertir a Nogal en árbol!!
Y todo el pueblo asustado, y Nogal llorando, aterrado y muerto de miedo, le pidieron y suplicaron por favor que no lo hiciera, que le salvara. ¡Lo habían intentado, y habían hecho todo lo posible!
La malvada Bruja del Negro y el Gris estaba muy furiosa y enfadada. Pero se dio cuenta de todo lo que habían hecho por salvar al pequeño Nogal, y entonces, tras meditarlo durante un largo rato, les dijo..
- Está bien, Nogal no va a salvarse de convertirse en árbol. Pero como habéis hecho mucho por salvarle, voy a hacer una excepción, le daré a Nogal un don: Nogal se convertirá en el árbol de los deseos.
Desde entonces, cada vez que un peque se acerca a Nogal, le abraza y le pide un deseo, cuando le crece una nuez y ésta cae al suelo, el sueño se cumple..
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Ella se acercó caminando por entre el bosque, recordando aquella linda historia. Se sentó a sus pies, abrazada por sus ramas, cerró los ojos y dejó que la melodía de su canción, la canción de ambas, recorriera todos sus sentidos y rincones de su cuerpo.
Más tarde abrió los ojos, sonriente, y se levantó despacio. Se acercó a Nogal, y observando una futura nuez, le abrazó dulcemente con todas sus fuerzas, pensando en lo más profundo el deseo que más deseaba.
Sonriendo, susurró.. "Siempre..". Y se alejó, con la certeza de que la nuez crecerá y caerá, y se hará realidad su sueño..